La biomasa es una solución renovable que puede satisfacer las necesidades de calefacción y agua caliente de forma económica y respetuosa con el medio ambiente, siendo muy eficiente y una buena relación coste-beneficio.
Ésta utiliza materiales orgánicos como fuente de energía, tales como residuos de madera, palets, restos agrícolas u otros tipos de materia orgánica.
El funcionamiento de la biomasa se divide en varias fases clave:
- Combustión: se quema en una caldera o estufa diseñada específicamente para este propósito. La combustión de estos materiales orgánicos libera energía térmica.
- Generación de calor: el calor generado durante la combustión se traspasa al agua o al aire a través de un intercambiador de calor. Este calor se puede utilizar para calentar espacios, agua sanitaria, o ambas cosas.
- Distribución: el calor obtenido se distribuye por el edificio mediante sistemas tradicionales como radiadores, suelo radiante o sistemas de conductos.
- Almacenamiento: algunos sistemas de biomasa permiten almacenar la energía generada para uso posterior, mejorando la eficiencia global del sistema.
Aunque este proceso emite CO₂, es el mismo CO₂ que las plantas han absorbido durante su crecimiento y esto la hace más neutral en carbono en comparación con los combustibles fósiles.
La biomasa es una fuente de energía sostenible por utilizar materiales orgánicos renovables que, en condiciones óptimas, pueden ser reemplazados continuamente. Al mismo tiempo, utilizar este tipo de residuos ayuda a reducir los residuos y aprovecha recursos que de otro modo podrían ser desperdiciados.
A pesar de la inversión inicial que puede ser mayor que la de sistemas tradicionales, los costes operativos y de combustible a largo plazo pueden ser inferiores, gracias a la disponibilidad de biomasa local y económica.
En conclusión, la biomasa representa una solución renovable i sostenible para la calefacción y el agua caliente, ofreciendo una alternativa eficiente y económica a los sistemas tradicionales.
